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Hermelinda Ríos


 (...) A los 8 años, Hermelinda Santiago Ríos comenzó a trabajar en los campos agrícolas del norte del país ganando 15 pesos por día. Después de 30 años como jornalera, aseguró que las condiciones de explotación, bajos salarios y racismo siguen siendo los mismos para las familias indígenas que sobreviven de la migración forzada por la falta de empleo en las comunidades de La Montaña.

La mujer me’phaa de 35 años, originaria del municipio de Metlatónoc, narró los recuerdos de su primer viaje a los campos agrícolas del norte del país cuando sólo tenía 4 años. Las condiciones económicas de su familia los obligaba a emigrar cada seis meses en busca de la supervivencia.

Cuando cumplió 8 años, Hermelinda decidió comenzar a trabajar limpiando la mala hierba de las cosechas, ganando sólo 15 pesos por día, de 7 de la mañana a 4 de la tarde.

A los 12 años pasó de cortar mala hierba al corte de jitomate y de ganar 15 a 30 pesos al día. Fueron interminables ciclos de migración saliendo de su comunidad en la que permanecía cinco meses y viajar con su familia a Sinaloa, donde pasaban de 6 a 7 meses trabajando día tras día.

“Teníamos jornada corrida, no descansábamos ni un día pero sólo nos pagaban de lunes a sábado, el domingo lo trabajabámos sin paga, así eran las reglas y si no nos gustaba, nos despedían. Todos los jornaleros sufrimos cortaduras, enfermedades por el sol, por intoxicación, dolores musculares, enfermedades respiratorias, pero todas tienen que ser cubiertas por nosotros mismos, si dejamos de trabajar un día simplemente no se nos paga”, resaltó.

Hermelinda Santiago lamentó que por décadas las autoridades de Guerrero han ignorado a las familias que por la falta de empleos se ven obligados a migrar año con año, arriesgando sus vidas en los largos viajes, exponiéndose a las enfermedades por el exceso de trabajo en los campos agrícolas, por las malas condiciones en las galeras donde duermen pasando altas temperaturas o frío.

“El jornalero tiene miles de preocupaciones, el principal la supervivencia alimentaria de su familia, pero todos los días a las 5 de la mañana que se levanta a trabajar, trae en su mente no enfermarse, no lastimarse, aunque el riesgo de muerte es todos los días, piensa en su familia, en su pueblo, en su felicidad”, subrayó.

Otra gran batalla de todos los días para los jornaleros indígenas es luchar contra la discriminacion y el desprecio de sus patrones, de la gente, de los pueblos a donde llegan a vivir, de los doctores y enfermeras en los centros de salud cuando piden atención.

“Siempre nos dicen: ‘ahí vienen los mugrosos, ahí vienen los indígenas, los apaches’, se tapan la nariz, se ríen de nosotros al no saber pronunciar alguna palabra o no saber cómo se llama alguna cosa”, detalló.

Hermelinda forma parte de un grupo de jornaleros que impulsa la iniciativa para que la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos apruebe el aumento de 300 pesos a la jornada de trabajo a beneficio de las familias indígenas originarias de las zonas más pobres de México, principalmente de Guerrero y Oaxaca.

Fuente: https://www.lajornadaguerrero.com.mx/a-30-anos-de-distancia-persisten-la-explotacion-y-el-racismo-contra-jornaleros